martes, mayo 30, 2006

HACIA UNA FILOSOFIA DEL ARTE

Del rechazo de Platón a la Poética de Aristóteles


En el diálogo platónico La República, en los capítulos en los que se habla de la formación de los guardianes (clase de ciudadanos valerosos y hábiles en la lucha que, al profesionalizarse siguiendo la tendencia general a la division del trabajo, se convertirán en una clase especial de ciudadanos defensores de su patria), Platón prescribe, por boca de Sócrates, aparte de la gimnasia y las artes propiamente marciales, la enseñanza de la música por su valor formativo (atemperador del coraje), pero limitada a aquellos estilos más nobles (que eleven el ánimo en vez de relajarlo).
Ahora bien, la música va indisolublemente ligada a la poesía, y aquí es donde Platón introduce su censura de la poesía.

Un primer argumento contra la poesía es el que apunta en su crítica contra Homero al acusarle de presentar a los dioses de una forma inventada y falsa, no veraz, distintos de como son.
Pero los argumentos decisivos relacionados no solo con el uso particular sino con la esencia misma de la poesía, giran en torno al carácter imitativo de ésta.
Platón restringe el uso aceptable de la poesía (y de toda la literatura en general) a los géneros narrativos, donde el poeta es narrador, se mantiene al margen de la acción y los personajes aparecen en tercera persona. Por contra, debe evitarse la otra posibilidad, el recurso al que Sócrates llama género imitativo, donde el poeta se identifica alternativamente con los diferentes personajes gracias al empleo de la primera persona.
Este género debe evitarse porque, según el principio general de la profesionalización (que debe regir toda sociedad bien organizada), nadie puede desempeñar más de un oficio y eso es lo que hace el poeta imitativo, al representar el papel de otras personas.

Pero más adelante, basándose en la teoría de las ideas, proscribe definitivamente la pesía imitativa (y toda arte imitativa en general) con el argumento de que la imitación artística lo es siempre de cosas particulares que son ya, a su vez, imitaciones de las ideas realmente existentes. El arte imitativo, en vez de acercarnos al conocimiento de la realidad,que son las ideas, nos aleja de ellas.

Es una paradoja que Platón, autor que ha llevado la literatura a una de sus cumbres más excelsas (sin duda la más excelsa en lo que a lengua griega se refiere), censure de esta manera el arte si se considera que el género dominante en toda su obra es precisamente el más denostado por ella: la imitación de caracteres mediante el uso de la primera persona, es decir, el diálogo.

Es indudable, por otro lado, que la crítica de Platón fue eficaz a medio plazo (la lectura de Homero en la escuela griega fue sustituida paulatinamente por la de textos de autores contemporáneos o recientes). Ello induce a pensar que la postura de Platón respecto a la poesía respondía a un estado de ánimo extendido entre la población culta de Atenas al calor del debate crítico sobre la tradición planteada por el movimiento sofístico.


Aristóteles consideró a las artes en su clasificación tripartita de las ciencias incluyéndolas en un tercer género de ciencias, las ciencias poiéticas o productivas, inferiores jerárquicamente a las ciencias teoréticas (teología, matemáticas, física) y a las ciencias prácticas (ética, política). Para Aristóteles las artes se incluyen en el cuadro general del saber, en cuanto constituyen ciertamente un saber, pero un saber que no es ni fin en sí mismo, ni siquiera un conocimiento buscado en beneficio de la acción moral (como el saber práctico) sino más bien en beneficio del objeto producido.
Las ciencias poiéticas solo interesan a la investigación filosófica de una manera indirecta.

Las bellas artes son una excepción, pues se distinguen del conjunto de las demás en su estructura y su finalidad. Para Aristóteles existen artes que completan e integran de alguna manera la naturaleza y tienen como fin la utilidad pragmática (técnica, diriamos nosotros) y existen artes que, en cambio, imitan la naturaleza misma, reproduciendo o recreando algunos aspectos de la misma con material plasmable, con colores, sonidos o palabras , y cuyos fines no coinciden con los de la utilidad pragmática. Son las llamadas “bellas artes” que Aristóteles analiza en la Poética. (Realmente Aristóteles se limita a estudiar solamente la poesía, en un primer momento la poesía trágica para luego analizar la poesía épica; en una parte de la obra, hoy perdida, el autor debía analizar asimismo la comedia). Algunas ideas que expone pueden aplicarse a todas las artes en general.

Platón había censurado severamente el arte por ser mimesis, es decir, imitación de cosas fenoménicas, las cuales son, a su vez, imitación de los paradigmas eternos de las ideas, convirtiéndose así el arte en imitación de la imitación, apariencia de la apariencia que desvirtúa lo verdadero hasta hacerlo desaparecer.

Aristóteles se opone abiertamente a este modo de concebir el arte e interpreta la mimesis artística desde una perspectiva opuesta, hasta convertirla en una actividad que, lejos de reproducir pasivamente la apariencia de las cosas, las recrea en cierto modo según una nueva dimensión.

Para Aristóteles el arte es superior a la Historia (entendida como una crónica de hechos) por la diferente manera a como trata los hechos. Mientras la Historia permanece ligada totalmente a lo particular y lo considera como propio en cuanto particular, el arte, cuando se refiere a esos mismos hechos que estudia la Historia, los transfigura en virtud de su manera de tratarlos y verlos bajo el aspecto de la posibilidad y verosimilitud y les confiere un significado más amplio, universalizando en cierto sentido este objeto.

El arte puede y debe desvincularse de la realidad y presentar hechos y personajes como podrían y deberían haber sido. Puede también introducir lo irracional y lo imposible a condición de que los convierta en verosímiles.

La universalidad de la representación del arte nace de su capacidad de reproducir los hechos de tal manera que resulten vinculados y relacionados de modo perfectamente unitario, como si formaran parte de un organismo en el cual cada una de las partes tiene su sentido en función del todo del que es parte. Este es el sentido de la ley de la verosimilitud y de la necesidad.

Aristóteles supera así la posición platónica al intuir que el arte es más filosófico que la Historia, pero no es filosofía.

Para Aristóteles, que estudia fundamentalmente la tragedia y que desarrolla su teoría del arte en relación con ella, “ la tragedia es mimesis (...) que tiene como efecto elevar y purificar el ánimo de las pasiones que suscita (piedad, terror)”. El texto original dice exactamente que produce la catarsis de las pasiones. Esta catarsis poética no es una purificación de carácter moral ni una eliminación temporal de las pasiones. Giovanni Reale apunta que Aristóteles más bien alude a una “liberación” agradable producida por el arte, algo análogo a lo que hoy llamamos “placer estético”.

Platón había condenado el arte ,entre otras cosas, porque éste desencadena sentimientos y emociones, debilitando el elemento racional que los domina. Aristóteles da un sentido completamente distinto a la interpretación platónica; el arte no nos impone un peso, sino que nos descarga de la emotividad y el tipo de emoción que nos proporciona no sólo no nos perjudica sino que, de alguna forma, nos devuelve la salud.


Bibliografía:
“La República o el Estado” Platón
“Introducción a Aristóteles” Giovanni Reale

PRESOCRATICOS

EL LENTO ABANDONO DE LAS REFERENCIAS MITICAS
EN EL COMIENZO DEL PENSAMIENTO RACIONAL



El cambio de un pensamiento mítico por una especulación racional no fue un hecho rápido ni una sustitución radical de uno por otro sino que las formas y contenidos del mito aparecen en las primeras especulaciones filosóficas.
Los primitivos filósofos no se preocuparon por una serie de temas relacionados con la existencia humana; estos temas (la identidad del hombre, la muerte, el sufrimiento o la ética) eran precisamente aquellos a los que el mito respondía. Los filósofos jonios se interesaron de forma primordial por el mundo físico, el tema de la condición humana se deja en manos del mito o la poesía, no es un tema abordado por los primeros filósofos. Parece como si hubiera una distribución de temas entre la filosofía y la poesía.

Los filósofos Presocráticos heredan de la poesía una visión del mundo elaborada sobre bases míticas:
-En ningún momento se consideró que el mundo había sido creado de la nada, todos partían de realidades materiales preexistentes al orden actual del mundo, el origen de nuestro mundo tenía más que ver con una ordenación de cosas ya creadas que con una creación.
-Otra idea muy común es la de los contrarios, cuya interacción en el comienzo de las cosas dio lugar a la multiplicidad del mundo físico (esta idea está presente en las especulaciones cosmogónicas de casi todos los Presocráticos)
Por tanto, el esquema de una organización a partir de un estado unitario anterior por separación de contrarios, interacción entre éstos y multiplicación de los seres será asumido por los filósofos Presocráticos.

Los jonios siguen esta línea. Su interés será reducir la aparente multiplicidad del mundo a un principio simple y unitario del que proceden las demás cosas. Consideran que hubo una unidad original (cada uno responderá de manera diferente sobre qué era) y establecen en el principio una serie de contrarios, de cuya interacción se deriva la organización del mundo. Pretenden, por primera vez en la Historia, referirse a realidades objetivas y despersonalizadas, pero siguen teniendo un importante comportamiento divino (pensaban que la materia originaria podía transformarse por sí misma porque de algún modo era materia viva, con características divinas).
Así cuando Tales afirma que todo se origina en el agua y que la Tierra flota sobre el agua, parece que recoge el viejo mito griego de Océano, padre primigenio o antiguos mitos de Oriente Próximo y Egipto . También el ápeiron de Anaximandro tiene mucho de divino, igual que el aire de Anaxímenes (además algunas teorías de este filósofo recuerdan a algunos aspectos de la mitología indo irania). Jenófanes se centró en una crítica de la imagen convencional de los dioses pero expresó sus ideas a traves de la poesía épica, propia del mito. Heráclito adaptó la vieja noción de los contrarios a una visión dialéctica de la estructura de la realidad, donde el fuego es materia primordial y las evoluciones de la materia se hallan sometidas a una tensión continua entre los contrarios y a unas medidas establecidas.
De cualquier manera, aunque en sus teorías recogían y elaboraban elementos míticos la tendencia de los jonios fue alejarse de explicaciones religiosas.

No ocurría lo mismo en el sur de Italia donde lo científico y lo religioso estaban estrechamente vinculados, sobre todo en el caso de los Pitagóricos, quienes hablaban de purificaciones y de la transmigración de las almas.
En Elea Parménides, figura crucial en la trayectoria del pensamiento presocrático, desarrolla su argumentación lógica sobre ficciones míticas. Utiliza la forma literaria tradicional de la épica (forma literaria propia del mito) como la más adecuada a su concepción del mundo: el comienzo del poema es una revelación religiosa, el conocer es como un viaje, el error es un desviarse del camino. La búsqueda de la verdad se asocia a una experiencia mística expresada a traves de la forma literaria y religiosa tradicional.

Empédocles también hace uso de la idea de los contrarios (Amor y Odio) en su explicación del mundo y además recogió la idea pitagórica de la transmigración del alma a la búsqueda de su purificación. Este filósofo es un consumado poeta (de nuevo la poesía es utilizada para expresar un pensamiento racional) que desarrolla las posibilidades del poema didáctico tradicional.

Todos los filósofos después de Parménides interpretarán la idea de nacimiento y muerte en términos de mezcla o separación de materiales que preexisten y sobreviven a tales mezclas. El tratado en prosa pasará a ser la forma literaria de la filosofía de la época.


Por lo tanto las referencias míticas en cuanto a conceptos (materia primigenia preexistente,contrarios) o estilo literario (poesía épica propia del mito o aforismos que recuerdan las respuestas del Oráculo) sobreviven en este primer estadio de la Historia de la Filosofía.
Y esto es así porque Mito y Logos no fueron dos estadios sucesivos cuya frontera se cruzó con Tales de Mileto, sino dos estadios que, a partir de este filósofo, coexistieron durante siglos, se interrelacionaron y se complementaron.
En los dos casos se abordan los grandes temas, el origen del mundo, los dioses y los hombres, y la forma en que pasó de ser como era a como es. También se intenta dar respuesta a cómo son las cosas y, sobre todo, por qué las cosas son como son y no de otro modo.

Cuando se emprendió la aventura de interpretar racionalmente el mundo, el punto de partida fue, necesariamente, la especulación mítica anterior.