sábado, diciembre 01, 2007

ZARATUSTRA

ZARATUSTRA


El primer maestro que personificó la sabiduría oriental para Occidente fue Zoroastro, nombre con el que los griegos llamaban a un personaje religioso del antiguo Irán llamado Zaratustra.
Según la tradición zoroástrica tardía puede fijarse la vida de Zaratustra entre el 628 y el 551 antes de Cristo. El nombre del Reformador y la noción de su sistema dualista aparecen en las fuentes griegas a partir del siglo IV a. C. El lugar del nacimiento de Zaratustra estaría entre Media (al Oeste) y diversas regiones de Irán Oriental hasta la frontera de Afganistán, Pakistán e Irán.
Para diversos investigadores, Zaratustra es la figura típica de una antigua civilización agrícola y pastoril. Cualquier biografía de un personaje clave en la espiritualidad de un país lleva importantes elementos legendarios que potencian y embellecen su imagen.
Los “Gathas”, los documentos más antiguos y autorizados, nos presentan a un hombre de fuerte personalidad. Zaratustra pertenecía al linaje de los Spitamas (“del brillante ataque”), criadores de caballos. Hay claros indicios que permiten afirmar que Zaratustra nació en Râga, fruto del matrimonio de un Spitama y la hija del último rey de los medos.
La colectividad a la que adoctrinó estaba constituída por pastores sedentarios que tenían unos jefes: “príncipes”, “sacrificadores” y “murmuradores” (sacerdotes). Zaratustra no tuvo reparos en pronunciarse en contra de las creencias de estos sacerdotes, custodios de la religión tradicional y, a causa de una enérgica oposición, hubo de abandonar aquellas tierras. Refugiado en la corte del rey Vishtâspa, comenzó a predicar su nueva doctrina religiosa, hallando en los círculos de la clase dirigente de aquel lugar la posibilidad de hacer llegar más lejos sus enseñanzas.
No hay acuerdo entre los investigadores sobre las circunstancias que rodearon la muerte de Zaratustra. Algunos especialistas señalan que murió asesinado a los setenta y siete años y otros, los parsis, afirman que Zaratustra murió poco después de la conversión del monarca que fue su protector.
La doctrina de Zaratustra es conocida gracias a la colección de textos de diversas épocas denominada “Avesta” (“fundamento”). El texto que actualmente poseemos no es más que una pequeña parte del existente, una colección de ventiún libros de los que sólo uno, el “Vedîdat”, nos ha llegado en su totalidad. El primer manuscrito del Avesta llegó a Europa en 1771 publicándose en París una traducción. Con anterioridad era conocido gracias a los escritores griegos y latinos. Hoy sabemos que el Avesta es en realidad una obra fragmentaria y desigual, compilada en época relativamente reciente con trozos de textos, cuya redacción debió de extenderse a lo largo de varios siglos. Se cuenta que fue escrito en doce mil pieles de buey, que fueron quemadas por Alejandro en Persépolis y que unos pocos restos salvados habrían permitido luego a los magos reconstruir la obra.
En el núcleo del Avesta figura un conjunto original que se distingue de todo el resto de la obra por el estilo, el dialecto en que está escrito y el género literario. Se trata de himnos de extensión mediana atribuidos al propio Zaratustra denominados “Gathas” (“cantos”).
El Avesta es hoy un tratado sagrado de la religión parsi que aún ahora mantiene en la India, con importantes alteraciones, la frescura del mensaje religioso creado por Zaratustra hace más de dos milenios.
Desde el instante en que Zaratustra se enfrenta al politeísmo indoeuropeo, defiende la idea de un solo dios creador y todopoderoso, del cual las divinidades populares no eran más que burdas imitaciones. Si en estos dioses se daban rasgos y caracteres morales, éstos debían hallarse con mayor razón y en mayor medida en el dios verdadero; de éste sólo quedan fuera los aspectos negativos de los dioses del politeísmo popular. No obstante, cuando Zaratustra reparó en el problema del mal, tanto físico como moral, tuvo que recurrir a la afirmación de la existencia de dos espíritus eternos y opuestos: el bien lo atribuyó al espíritu bueno y el mal al espíritu malo. Una vez en este punto, Zaratustra no pudo armonizar en una sola la doctrina de un único dios, omnipotente. Una y otra doctrina ocupan los puestos de relieve.
De la imagen del mundo religioso-metafísico de estas creencias resultan para el individuo importantes obligaciones y exigencias de naturaleza ética, pues el hombre es el punto central de los seres creados, en quien se entrecruzan el mundo del bien y el mundo del mal. El ser humano dispone de libertad y esto le permite elegir, si ése es su deseo, pertenecer a un mundo, el del mal o al otro, el círculo del bien.
Del círculo del mal salen ladrones nómadas que se dedicaban a robar las escasas pertenencias de los campesinos y aldeanos que vivían de los frutos del campo, del cultivo de las tierras y de la cría de ganado. En buena medida, la reforma de Zaratustra iba dirigida a transformar esta situación a favor de los pacíficos habitantes sedentarios.
Zaratustra refleja en su reforma la doctrina de la responsabilidad personal y la necesidad de rendir cuentas, ideas ambas que constituyen la estructura de su ideología moral. Ni el culto ni el sacerdocio desempeñan ningún papel, por eso los griegos de los siglos IV y III antes de Cristo que conocían la doctrina de Zaratustra se referían a ésta no como una religión sino como un sistema teológico-filosófico, y consideraban a Zoroastro (Zaratustra) como un astrólogo y adorador de los cuerpos celestes, detalle curioso puesto que la astrología está ausente del Avesta.
La doctrina de Zaratustra habría de ejercer una profunda influencia en el mundo hebreo. Los israelitas, tanto los que permanecieron en Mesopotamia como los que volvieron a Jerusalén para reconstruir el templo tras la conquista de Babilonia por los persas, estaban sujetos al dominio persa. Por estas fechas empezaba el zoroastrismo a dejar sentir su influencia en el imperio iranio que, sin embargo, no se haría evidente hasta unos doscientos años más tarde tras la conquista de Persia por Alejandro Magno. Surgió entonces en la literatura judía un nuevo género, el llamado apocalíptico, cargado de huellas inequívocas de las principales doctrinas del zoroastrismo sobre el cielo y el infierno, el juicio después de la muerte y, al fin del mundo, la jerarquía angélica, un dualismo del bien y del mal y un reino mesiánico en el que prevalecería el bien. En consecuencia, la imagen
Zoroástrica de “las Últimas Cosas” hoy está incorporada tanto a la doctrina ortodoxa del judaísmo como a las dos religiones hijas del judaísmo, la cristiana y la musulmana.
De las fuentes griegas se había derivado una imagen idealizada de Zoroastro como uno de los más antiguos sabios orientales. Italianizado, se convirtió en Sarastro en “La Flauta Mágica” de Mozart, aquel que expone los principios de una humanidad ilustrada. Cuando “La Flauta Mágica” se estrenó, en 1791, habían transcurrido veinte años desde la llegada del verdadero Zaratustra al mundo occidental. Algunos célebres pensadores occidentales se han dejado seducir por el personaje y la doctrina del gran reformador, entre ellos Jules Verne, quien lo nombrará en “La vuelta al mundo en 80 días” y, claro está, Nietzsche: “Así habló Zaratustra”.

Bibliografía: "Sabidurías orientales antiguas" de M. Teresa Román

1 comentario:

Noemi dijo...

Me encantó tu página,amigo mío,en cuanto tu busqueda de la felicidad,permiteme expresarte un pensamiento de mi maestro espiritual."Como es arriba es abajo,como es adentro es afuera."

Haz que tu corazón se embriague de amor ,primero hacia tí y luego se derramará hacia el mundo.
Te extiendo mi mano y toco tu corazón
Noemí